«A ver si por una
simple multa de tráfico va a acabar esto a puñetazos y con algún detenido», fue
parte de lo que nos dijo anoche un municipal en la C/ Carmen de Burgos. Extendían
recetas a tres coches estacionados en
la acera. Nosotras salíamos de una de esas casas y nos encontramos con el
percal: los afectados discutían con un agente. Mi amiga –vecina de esa calle–
se acercó a preguntarles por qué no acuden a las llamadas que hacen los sábados
cuando, por motivo del mercadillo del Zaidín, esa misma acera se llena de
coches impidiendo el acceso a viviendas y cocheras, e incluso impidiéndoselo a
los servicios de emergencia en caso necesario.
La «simple multa de
tráfico» ascendía a 200 €. Uno de los coches condecorados pertenecía a una pareja jovencísima que estaba
recogiendo a su hijo pequeño. Dijeron estar en paro. Si es verdad, lo de «simple
multa» sobraba: en la mayoría de las economías familiares, por desgracia, 200 €
son un pastizal. Estaban infringiendo el código pero, en realidad, no
estorbaban. Por eso mi amiga se acercó a saber por qué no acuden cuando sí
estorban y son muchos más. Dijeron que alguien había denunciado y que hacen su
trabajo; nosotros, que tenían la posibilidad de decidir. (Una vez tardaron 6
meses, desde mi primer aviso, en retirar de mi calle dos coches abandonados que
ocupaban tres de los 10 escasos estacionamientos).
11 de enero de 2014
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