jueves, 12 de diciembre de 2013

La música

Está claro que la música es buena. No, es fundamental. Mejor diría... imprescindible. En ejemplos como este es mucho más evidente porque es inesperado y las reacciones son auténticas (dentro de lo auténtico que uno puede ser en un lugar público lleno de gente, donde casi todos, sin querer, interpretamos algún papel) y por ello pasan a un primer plano formando parte también del espectáculo.

Pero incluso en aquellos otros casos en que somos conscientes de que los siguientes minutos serán predominantemente musicales porque hemos ido a un concierto que está a punto de empezar, porque hemos echado la guitarra al maletero y vamos a juntarnos con los amigos, porque acabamos de encender el tocadiscos a solas en casa, porque alguien nos dice "Escucha esto",... Incluso en esas circunstancias en que el factor sorpresa no juega, casi siempre la música nos mete dentro del cuerpo un montón de mundos que a veces son olores y otras veces conceptos y en ocasiones perspectivas diferentes de lo que ya conocíamos, y nos engulle una especie de sinestesia por la que ponemos color a los sonidos, y sonido a las palabras, y le damos forma a las sensaciones. “Qué agudo es esto, parece una aguja”. “Qué voz corpulenta”. “En ese pasaje hace viento”…

Y adentro entonces, en contacto con la química que por dentro somos, se monta un festival de cosas nuevas --que lo son aunque ya fueran viejas--, que viaja montado en nuestra sangre hasta lo más escondido de nosotros mismos, va recogiendo lo mejor que somos, lo mejor que tenemos, y surge entonces la reacción nueva, y sonreímos, o llenamos nuestra frente con exclamaciones, o lloramos, o bailamos, o aplaudimos... Conquistamos un recuerdo o sembramos un proyecto.

Se podría decir que la música nos cultiva, nos abona, nos fortalece. Se podría decir que nos saca la mejor cosecha.

No sé por qué somos tan necios de no tenerla como un pilar principal de nuestras sociedades y nuestras vidas cotidianas, laborales, familiares, educativas. Aunque sea porque en sus entrañas también lleva un código, un lenguaje matemático y científico que nos ejercita la mente mientras nos va interesando el corazón de parte a parte. 




21 de noviembre de 2013

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